Las "Advertencias" de Manuel Espino
obligado por las circunstancias a dejar su cargo como presidente nacional del PAN, pero sin ninguna disposición de dejarse morir políticamente ni de archivar sus sueños güajiros de convertirse en el primer Presidente abiertamente neo-fascista de México, acaba de terminar recientemente un libro en proceso de publicación por Editorial Planeta que consta de 142 páginas repartidas en seis capítulos, el libro Señal de alerta: advertencia de una regresión política:
Quienes crean que van a encontrar en el libro de Manuel Espino una serie de nuevas e impactantes revelaciones sobre cómo funciona el mundo secreto de la ultraderecha en México se van a llevar la decepción de sus vidas. Quienes crean que van a encontrar en el libro de Manuel Espino una confesión sobre cómo fué introducido al mundo de la extrema derecha o cómo se ha ido llevando a cabo la conquista del poder político a través de la infiltración del PAN se van a llevar un buen chasco. Fiel a los pactos secretos que estas fraternidades forjan en la clandestinidad, Manuel Espino no tiene absolutamente nada que decir acerca de estas cosas en su libro. La palabra Yunque ni siquiera aparece mencionada en su libro, y de sus grandes amigos los ultraderechistas Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara ni se diga. Todo lo que tenga que ver con el mundo de la ultraderecha de México está notoriamente ausente del libro de Manuel Espino. Esto está en concordancia con el comportamiento típico de los juramentados de la extrema derecha que se abstienen de dejar traslucir en público su antisemitismo exacerbado y sus simpatías hacia el Nazismo alemán; conservando estas cosas como "su" secreto. El "riesgo" de una regresión política al que Manuel Espino hace mención en su libro no es en lo absoluto una regresión ocasionada por la instalación de una serie de regímenes cada vez más pro-fascistas en México; ya que para tipos como Espino esto no sería una regresión sino todo lo contrario, sería un gran "avance", y si pudieran resucitar al Generalísimo Francisco Franco para ello, gustosamente lo harían. El "riesgo" tiene que ver más bien con una cuestión que le es muy afín a los barones de la ultraderecha: la pérdida del poder. A esto es a lo que verdaderamente le temen, esto es lo único que realmente les importa, porque están plenamente conscientes de que con lo que ha estado saliendo a la luz sobre ellos si el PAN es expulsado de la silla presidencial por un electorado harto de las políticas de la derecha y la ultraderecha, le será muy difícil si no imposible al PAN volver a recuperar el poder en el futuro. En su libro, Manuel Espino no vacila en calificar a Manlio Fabio Beltrones -el cual tiene posibilidades y aspiraciones para contender por la Presidencia de México- como "un peligro para México", misma cosa que hicieron los correligionarios de Espino con Andrés Manuel López Obrador. Si antes el PRD era "un peligro para México", hoy es el PRI el que representa "un peligro para México". En realidad, cualquier partido político o cualquiera que tenga posibilidad alguna de expulsar por la vía de las urnas al PAN del poder siempre será "un peligro para México". El único que no es "un peligro para México" es el PAN aunque esté permeado por gente que bajo el cobijo de la clandestinidad admira a Adolfo Hitler. En una cosa sí es congruente Manuel Espino con las fuerzas ocultas que han estado detrás de él y que hoy están co-gobernando a México: ni él ni sus correligionarios de la Organización Nacional del Yunque desean contemplar por ningún motivo la posibilidad de que el PAN pueda ser expulsado de la silla presidencial en el futuro y reemplazado por otro partido político, lo cual les complicaría enormemente la paciente labor de décadas que han estado llevando a cabo para enquistarse en el poder. Sobre esto Manuel Espino dice lo siguiente:
Yo no quiero ver al PRI, que Vicente Fox sacó de Los Pinos, de regreso en el gobierno. Menos quiero que, si el PRI llegase a regresar, regrese en la persona de Beltrones, pero mucho menos quiero que sea el gobierno emanado del PAN el que le pavimente el camino de regreso al PRI al gobierno de la República.
Amargado por el hecho de que a él, como supremo exponente de la causa del Yunquismo en México, no se le haya reconocido (o mejor dicho, no se les haya reconocido) en el régimen calderonista su labor para enraizar al PAN en el poder, amargado porque se le haya hecho a un lado, Espino habla de lo que él llama los “capos calderonistas” que a decir suyo "actúan contra la doctrina de la que alegan ser herederos, como los métodos de cooptación y represión que usaron para retomar el control de la dirigencia del PAN a través de uno de los suyos, Germán Martínez". Específicamente, "comparando" los métodos del Senador priista Manlio Fabio Beltrones como gobernador de Sonora con los empleados por los “calderonistas” para ganar el Consejo Nacional del PAN, electo en la Asamblea Nacional de León, Guanajuato llevada a cabo en junio del 2007, Manuel Espino dice lo siguiente:
Fox había llevado el PAN a Los Pinos, ellos (alusión a los "capos calderonistas") se encargaron de llevar al partido las prácticas del PRI.De este modo, exhibiendo la doble cara típica de los adherentes al neo-fascismo en México, Manuel Espino acusa a Felipe Calderón y a su equipo de estar haciendo justo lo mismo que lo que estuvieron haciendo los Yunquistas y demás juramentados de la extrema derecha cuando el pro-Yunquista Vicente Fox era Presidente de México. No es ningún secreto y a estas alturas para nadie es ningún misterio que el pro-Yunquista Vicente Fox estuvo utilizando el poder que le daba el ser Presidente de la República no sólo para inundar los puestos clave del gobierno federal con gente afín a la extrema derecha sino para ir posicionando a esta gente dentro del PAN para facilitarle al ultraderechista Manuel Espino su ascenso como presidente nacional del PAN, y de no haber sido por esta injerencia nefasta del foxismo dentro del PAN es posible que Manuel Espino por méritos propios jamás habría obtenido la presidencia nacional del PAN. Esto concuerda con la actitud esquizofrénica de los ultraderechistas no sólo de México sino del mundo entero bajo la cual "si yo lo hago, está bien hecho y estoy en mi derecho de hacerlo, pero si otros quieren hacer lo mismo que lo que yo hago entonces está muy mal hecho porque no tienen ningún derecho de hacerlo".
Al igual que lo intentó Beltrones en Sonora, los calderonistas iban por todo, como lo venían haciendo en convenciones y asambleas locales. Primero con el Consejo Nacional que ahí se eligió y para lo que habían trabajado durante meses al más puro estilo priista: alineando alcaldes con la promesa de ‘bajar’ recursos federales a sus municipios; ofreciendo puestos o amenazando de quitarlos a quienes, teniéndolos, no cooperaran con la estrategia; distorsionando la realidad con versiones que causaban enojo contra el CEN; o simplemente recurriendo al argumento fácil de que ‘es lo que quiere el presidente Calderón’.
En ningún párrafo de su libro Manuel Espino sugiere haberse retirado de la política, porque él tiene todas las intenciones del mundo de regresar cuando se presente una nueva oportunidad, apoyado por sus congéneres de la ultraderecha. Ellos habrán de premiarle su "sacrificio" cuando declinó su postulación para su reelección como presidente nacional del PAN con el fin de evitar un choque directo con Felipe Calderón.
El libro de Manuel Espino, más que una exposición honesta de lo que realmente ha estado sucediendo en México, es algo que podría calificarse como baños de pureza de su autor con el fin de mantenerse vivito y coleando en el escenario político, porque aunque tuvo que resignarse a ser "sacrificado" permitiendo que el delfín de Felipe Calderón, Germán Martínez lo substituyera como presidente nacional del PAN evitando con ello una fractura interna que les habría inutilizado el PAN para sus planes a los mismos Yunquistas, Manuel Espino no tiene intención alguna de retirarse del escenario político, al igual que sus correligionarios extremistas. Sus alianzas con estos intereses perversos aliados con el gran capital se mantienen incólumes.
Sin embargo, ya que Manuel Espino insiste en presentarse como "voz de la salvación" del PAN a través de su libro, sus defraudados lectores bien podrían hacerle preguntas duras como las siguientes para las cuales Manuel Espino ha mantenido y sigue manteniendo un profundo silencio:
¿En dónde estaba Manuel Espino cuando el malogrado candidato presidencial del PAN Diego Fernández de Cevallos se enriquecía a manos llenas traficando ante los juzgados sus influencias como Senador de la República en uno de los más graves conflictos de intereses de que se tenga memoria?
¿En dónde estaba Manuel Espino cuando los hijos de la consorte presidencial Marta Sahagún, los juniors Bribiesca, se estaban enriqueciendo a manos llenas, justo al mismo tiempo cuando Manuel Espino era el presidente nacional y "líder moral" del PAN?
¿En dónde estaba Manuel Espino cuando el economista egregio de la ultraderecha, Luis Pazos, quien ahora calla y no tiene nada malo que decir sobre el estancamiento económico producido por las políticas instrumentadas por el "gobierno de la alternancia" de Vicente Fox, incurría en actos de corrupción hoy de sobra conocidos?
¿Por qué se mantuvo Manuel Espino callado sin objetar en lo más mínimo las tácticas de guerra sucia que se estuvieron llevando a cabo principalmente a través de TELEVISA en contra de Andrés Manuel López Obrador envileciendo la contienda presidencial? ¿Acaso estas tácticas de marketing político no son un peligro para la democracia en México? ¿Por qué en ese entonces Espino no escribió un libro objetando el uso de tales campañas negras?
¿En dónde estuvo Manuel Espino cuando el pro-Yunquista Vicente Fox instaló en la Secretaría de Gobernación a Carlos María Abascal, el hijo del endurecido sinarquista antisemita de Guanajuato? ¿En dónde estuvo Espino cuando este hombre presuntamente fue introduciendo dentro de la Secretaría de Gobernación a hombres "leales" a la causa de la extrema derecha?
Abascal: Otra Victoria del Yunque
Alvaro Delgado
Agencia APRO
14 de junio del 2005
Apenas el sábado 28 de mayo, ante el Consejo Nacional del PAN, Manuel Espino anunció una estrategia para la incorporación al gobierno federal de "hombres y mujeres formados en la mística de exigencia y servicio de nuestro partido", no para "tomar por asalto las dependencias gubernamentales", sino para sacudirse personajes del viejo régimen.
Y añadió: "Proponemos entonces, no sólo por estrategia sino por sentido de responsabilidad, incrementar eficacia, eficiencia y competitividad en nuestros gobiernos en sus tres órdenes y, por precaución, asegurar presencia de funcionarios aptos y comprometidos con el proyecto de Acción Nacional."
Parte de la estrategia de Espino, quien en ese discurso afirmó falsamente que el PAN es de "centro político", quedó claramente exhibida, hoy jueves 2 de junio, con el nombramiento de Carlos Abascal Carranza como nuevo titular de la Secretaría de Gobernación, una dependencia anodina por la incompetencia del permanente aspirante presidencial Santiago Creel.
La designación de Abascal es, sin embargo, la más reciente victoria de la clandestina y ultraderechista Organización Nacional del Yunque, que busca apoderarse de todo en el ocaso del gris sexenio foxista: el triunfo mismo de Espino como presidente del PAN, el 5 de marzo, forma parte de esa estratagema, que pasa por el control total y absoluto de la estructura de ese partido --y de sus gobiernos-- en todo el país.
No es que la extrema derecha llegue con Abascal al gobierno de Fox ni que se tomen "por asalto" las dependencias del gobierno, porque sencillamente lo hicieron desde el inicio del sexenio mediante Ramón Muñoz Gutiérrez, el poderoso consejero de Fox que sólo a los ingenuos se les ocurrió pensar que dejaría la penumbra para ir en reemplazo de Creel.
Como lo demuestra también la inminente designación del militante del Yunque, Luis Felipe Bravo Mena, como embajador ante el Vaticano, lo que en realidad pretenden los jefes de esa organización de extrema derecha es incrementar su influencia y establecer, desde posiciones de poder más prominentes, su propio proyecto político excluyente y autoritario mediante la manipulación de la legítima fe de los mexicanos.
Parte de este plan, una vez que Creel está controlado por militantes del Yunque, es impedir que Felipe Calderón --la expresión del panismo doctrinario-- logre crecer, y aun provocarlo para que, por las críticas que públicamente haga, se le niegue el registro como contendiente, tal como lo advirtió el propio Espino.
Y si Creel no crece, como se prevé, existe un candidato alterno: Alberto Cárdenas, cuyo equipo forma parte también de la cofradía extremista, que alcanza a los organismos patronales, como la Coparmex, instituciones educativas para el reclutamiento, como la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) y la Universidad Vasco de Quiroga en Michoacán, así como el sector más ultraconservador de la Iglesia católica y otros organismos de fachada, como el Comité Nacional Pro-Vida y la agrupación política nacional Coordinadora Ciudadana.
¿Y Marta Sahagún, la mujer de Vicente Fox? Aunque insiste en que no buscará la candidatura presidencial, no tiene cancelada la posibilidad de aceptarla si se la ofrecen y, en el último de los casos, lograr su propósito fundamental: poder e impunidad, vía una senaduría panista por el Distrito Federal, donde tiene su residencia, la que --por el repudio que concita-- tendría que ser por la primera minoría.
Así, la Organización Nacional del Yunque --que no es mito ni mote-- está operando para lograr sus propósitos, como lo expresó Espino a este reportero en la entrevista, efectuada el año pasado, que forma parte del libro El Ejército de Dios, la segunda parte de El Yunque, la ultraderecha en el poder:
--De que El Yunque existe, existe.
--En eso tienes toda la razón
--Y no está cruzado de brazos.
--También tienes toda la razón.
Así, la más reciente maniobra del Yunque, convalidada por Fox, implica la llegada a la Secretaría de Gobernación de un personaje que controló al sindicalismo oficialista mediante pactos con líderes corporativos tan "honorables" como Leonardo Rodríguez Alcaine, secretario general cetemista, y Víctor Flores, presidente del Congreso del Trabajo. La fórmula es sencilla: la impunidad.
Ahora Abascal ofrece imparcialidad en el proceso electoral. Debe acreditarlo en los hechos. Pero no sólo en ese ámbito, sino en la relación con los poderes, las fuerzas políticas, los medios de comunicación y las iglesias, así como pleno respeto a la Constitución, las leyes y la historia que, aunque no le gusten, establecen con toda claridad la laicidad del Estado mexicano.
Una buena señal de que Abascal corresponde sus palabras con los hechos, o que la intolerancia seguirá siendo su sello, es anunciar públicamente que el cuadro de Benito Juárez que Fox desechó de Los Pinos y que, oportunistamente, Creel llevó a la Secretaría de Gobernación, permanecerá en el despacho de esa institución.
Pero lo fundamental es que el nuevo secretario asuma públicamente, con la autoridad moral de que se ufana, una posición rotunda ante la Organización Nacional del Yunque que, por sus métodos y propósitos, conspira contra la democracia.
Creel prefirió pactar con El Yunque, como en su momento lo hizo Carlos Castillo Peraza, según él mismo lo confesó, y ahora está en manos de ellos: Adrián Fernández, su coordinador de campaña; Juan Carlos Espina, subcoordinador, y Humberto Aguilar Coronado, hasta hoy subsecretario, son los mejores ejemplos de ello.
Apuntes
Ultraderechistas vergonzantes, Espino y Sahagún --que alterna su papel de demandante e ideóloga-- muy pronto se exhibieron: el sábado 28 afirmaron que el PAN no es de derecha, menos de extrema derecha. Y ahí está Abascal.
En su libro que afirma haber escrito en tres meses, coincidiendo en tal caso la elaboración del mismo con un suceso en el cual gracias a sus influencias logró salvar con la ayuda de sus amigotes un incidente de tránsito ocurrido en el estado de Sonora (han estado circulando rumores en dicho estado de que la presunta borrachera que se puso Manuel Espino ocurrió justo el mismo martes 6 de mayo en que los medios de comunicación dieron a conocer información acerca de los ultraderechistas del estado de Jalisco con los cuales Manuel Espino mantuvo excelentes relaciones mientras fue presidente nacional del PAN, siendo orillado por lo tanto a recurrir al alcohol ése día para "olvidarse" de la pena), Manuel Espino presenta varias críticas acusando al PAN de estar atravesando una pérdida de valores, de estar traicionando sus principios y de estar pactando "concertacesiones" con sus anteriores adversarios del PRI. Afirma que en el PAN se vive una crisis de identidad porque al llegar al gobierno algunos de sus militantes sucumbieron a la tentación del poder político y hoy compran voluntades a cambio de votos y puestos públicos. Sin embargo, estos señalamientos de Manuel Espino no son nada nuevos, porque son exactamente los mismos señalamientos que han estado formulando desde hace años no sólo una pléyade de panistas desilusionados muchos de los cuales han terminado por salirse del PAN sino también por muchos observadores y analistas del panorama político del país, entre ellos Spectator (un ejemplo de ello es el documento Metamorfosis publicado dos años atrás por Spectator el 15 de julio del 2006). La diferencia es que todas estas críticas independientes se estuvieron formulando justo cuando el mismo Manuel Espino callaba y no tenía absolutamente ningún comentario al respecto sobre todas estas denuncias cuando era el presidente nacional del PAN. ¿Y ahora resulta que ya descubrió el hilo negro? ¡Por favor!
Yo no sucumbí a presiones: Espino
Carole Simonnet
AGENCIA REFORMA
16 de julio del 2008
Al referirse a la destitución de Santiago Creel como líder del PAN en el Senado, el presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América (ODCA), Manuel Espino, y ex dirigente del panismo nacional, dijo que cuando estuvo al frente del partido recibió presiones, pero no cedió ante estas.
"Yo no sucumbí ante ellas", expresó Espino Barrientos durante una conferencia con motivo de la presentación de su libro Señal de Alerta.
Al insistirle sobre si la presión de las televisoras sería un motivo suficiente para la salida de Creel, dijo que no conoce exactamente lo que ocurrió, pero que ese asunto deben resolverlo Germán Martínez y Santiago Creel.
"En este problema yo no me voy a meter, eso que lo resuelvan entre ellos."
Apenas transcurre el segundo gobierno federal emanado del Partido Acción Nacional (PAN) y, sin haberse consolidado la democracia mexicana todavía, ya son muchas las voces que expresan una opinión de advertencia para los panistas: el PAN aprendió demasiado rápido las mañas del PRI. (Esto último es algo en lo que Spectator y otros siempre han estado de acuerdo porque lo han estado repitiendo mucho antes de que Manuel Espino hiciera suya esta frase que no es de él).
En la ruta hacia la sucesión presidencial de 2012, lo que parece ser un descuido en la acción del partido actualmente podría significar el término de la era panista en el gobierno de la República, con el riesgo que ello significa para el país (¿lo que sea malo para la extrema derecha también es necesariamente malo para el país?). No lo digo por maniqueísmo, pues siempre he considerado que la política limpia no sólo es posible en el PAN, donde también está la condición humana. He conocido priistas que ya los quisiera en mi partido; y conozco panistas que no se los deseo ni al PRD.
Al presidente de la República, sea quien sea, hay que apoyarlo sin reservas en tanto jefe de Estado que es y en todo cuanto sea para bien del país, sólo en eso. Este es el pensamiento del PAN y está de más decir que ha sido consistente en ello, sobre todo tratándose de un mandatario surgido de sus filas. Pero hay que sincerarse con él si es preciso; cuando, derivado del análisis o de los resultados de su gestión, se justifique hacerle ver que se equivoca o que puede cometer un error. También en los casos en que le falle su equipo, aunque sólo él tenga la responsabilidad de integrarlo.
Si a México le va bien, le va bien al gobierno, en ese orden debemos razonar nuestras decisiones, no al revés. Por tanto, por corresponsabilidad, la comunicación con el titular del Ejecutivo y su partido debe ser un diálogo de doble vía, sin miedo, para evitar el riesgo de que el segundo se convierta en receptor y ejecutor incondicional de las instrucciones del primero, y aquél cometa errores en perjuicio del país sin orientación alguna. Lo que hay que hacer o decir para dar concordancia a los fines con los medios y lograr el propósito superior de consolidar nuestra frágil democracia, debe hacerse o decirse, sin vacilar, sin miramientos. Este libro es un intento de ello.
Acción Nacional no debe ignorar su obligación de ser congruente con cuanto ha predicado durante siete décadas. (Esta congruencia se perdió desde hace ya muchos años en el PAN, agravada por el hecho de que quienes han estado infiltrando al PAN para promover sus agendas e intereses ocultos jamás han sido congruentes consigo mismos, gente como el mismo Manuel Espino). La hipocresía disfrazada de prudencia no es un papel que le pertenezca en la política mexicana, ni debe apropiárselo por alcanzar premios de vencedores por caminos fáciles. Tampoco le corresponde el sometimiento al gobierno, que ha sido el método del PRI, que lo convertiría en un partido oficial que no represente más los intereses de la sociedad.
Esa metamorfosis (¿le habrá copiado Manuel Espino éste término a Spectator?) está incubándose en la desleal acción de algunos panistas autodenominados “calderonistas” que, sin visión humanista ni compromiso doctrinario, ocupan cargos públicos y están transformando al PAN en algo distinto de lo que ha sido desde su origen. En un partido del poder, un PAN-gobierno. (¿No lo fué bajo Vicente Fox?) Y lo peor: con sus errores exponen políticamente al presidente y al partido.
Para evitar un desencanto democrático al interior de Acción Nacional y una mayor decepcion en el electorado, y porque el poder no es aventura intrascendente ni atribución de beneficios, y tampoco patrimonio de unos cuantos, urge que sus dirigentes formales tonifiquen la autonomía institucional frente al poder público. Lo cual no debe entenderse, como se ha hecho antes, como una confrontación entre ambas expresiones del proyecto que los anima.
Quienes dirigen esa organización que reconoce la pluralidad como cualidad inherente a la sociedad deben evitar que su estructura se hunda en la subscultura de quienes se consideran más panistas que otros; ir más allá del bizantinismo de la doctrina en los discursos y los malabarismos ideológicos. Ocuparse de exigir congruencia a los funcionarios públicos, sin solapamientos, y acreditar la propia frente al gobierno; las tesis del PAN y la doctrina que las inspira son el faro que ilumina el camino seguro. (¿Sabrá Manuel Espino que el antisemitismo, el neo-Nazismo y el fascismo así como los planes en la agenda de la Organización Nacional del Yunque y similares nunca fueron parte ni de las tesis ni de la doctrina original del PAN cuando fué fundado por Gómez Morín?)
En efecto, el partido vivió diversas crisis a lo largo de más de seis décadas como oposición y pudo sortearlas con madurez. (No precisamente, jamás se pudo recuperar de la terrible infiltración de que fué objeto a manos de organizaciones clandestinas de la ultraderecha como el Yunque.) Ya en el gobierno federal, alguna vez estuvo al borde de un conflicto interno y de una debacle externa porque la esposa del entonces presidente Vicente Fox, Marta Sahagún, dejó correr la versión pública de que buscaría ser candidata a sucederlo en el cargo.
Por las circunstancias prevalecientes, fue un escándalo político que se expandió con alto costo para el gobierno y para el partido. Para que volviera la calma y se desvanecieran los riesgos que ya hacían mella en el electorado, hubo que decir que eso no era posible, aun reconocido el derecho legítimo de la señora a buscar un cargo de elección popular.
Siendo secretario general del CEN, me tocó ser el vocero de ese posicionamiento exigido con razón por los panistas y por muchos ciudadanos; y no por ello fui censurado o impedido de mi interlocución con el mandamás de Los Pinos. Ni desataron una jauría en mi persecución. Prevaleció la sencillez de quien era jefe de Estado (Se está refiriendo al pro-Yunquista de Guanajuato Vicente Fox con quien Manuel Espino siempre ha tenido muchas cosas en común). Pero había que hacerle ver el error de no obrar antes de que se provocara una avalancha que podría haber sido imparable.
En otra ocasión, fue necesario decirle al presidente Fox que el PAN no seguiría promoviendo con sus diputados el proceso de desafuero de Andrés Manuel López Obrador (¿?), principal beneficiario de aquella posición innecesaria y peligrosa, con la que no ganaba el gobierno y sí perdía mucho el partido, envuelta en una justificación legal, pero con un claro propósito político en la percepción ciudadana. Mi circunstancia de presidente nacional me puso de cara al jefe del Estado mexicano para comunicarle la posición del partido y hacerle ver lo que parecía un error.
Al principio hubo resistencia y hasta enojo, es natural, pero destacó la sensatez y al abandonar aquella posición (¿?) dejamos de caer en la intención de voto, y el PRD dejó de subir (¿?). Muy pronto el tiempo y los votos nos dieron la razón. (Esto tiene que ser una mentira de principio a fin o una desmemoria por conveniencia de Manuel Espino; porque López Obrador a fin de cuentas sí fue desaforado gracias a la culminación de un proceso de golpeteo en el que los diputados del PAN tuvieron que ver desde el principio hasta el día en que emitieron su voto final con el cual López Obrador fue desaforado, haciendo caer en la trampa del desafuero al mismo priista Roberto Madrazo quien no tardó en cargar sobre sus espaldas con los costos políticos del apoyo del PRI al PAN). No haberlo hecho a tiempo pudo significar que la mínima diferencia con que ganamos las elecciones en 2006 hubiera sido en contra. Volvió a manifestarse la cualidad de la humildad en un hombre de Estado. (Vicente Fox, un humilde hombre de Estado, según Manuel Espino. Falta ver si ya visitó el Centro Fox en Guanajuato que fue construído para seguirle dando "culto a la personalidad" a este hombre que insiste en seguir metiendo sus manos en la política mexicana.)
Ahora, el legítimo y justificado afán de sacar adelante las reformas que con sobrada razón promueve el presidente Felipe Calderón, por ser necesarias para el país, han llevado a que el gobierno conceda demasiados privilegios a un personaje que en verdad es un peligro para México. La frase no es mía, sólo la actualizo en el senador Manlio Fabio Beltrones Rivera, a quien se le ha permitido acumular un enorme poder que utiliza para codirigir la política nacional y fortalecer sus posibilidades de llegar a Los Pinos como titular del Ejecutivo federal en 2012, o de colocar ahí a quien sirva a sus intereses. (Intereses que no tienen nada en común con los de Manuel Espino, por no ser el Senador Manlio Fabio Beltrones un juramentado o simpatizante de las ideologías extremas que mueven a tipos como Manuel Espino.)
La negociación política por la vía del diálogo es válida para resolver los problemas nacionales. Ése es el camino, pero hay límites y coordenadas seguras. Si las concesiones a Manlio resultan en beneficio del país y en la magnitud mínima necesaria, está bien, pero si la ganancia es menor en relación con la de Beltrones, podría estarse cometiendo un error, una especie de concertacesión, concepto que el propio Felipe Calderón llegó a reconocer como denigrante y envilecedor de la política. Es de sabios rectificar, si fuese lo prudente, para evitar caer en lo que Castillo Peraza llamó “sistema univerbocrático”: el de la corrupción, que consiste en “arreglos subrepticios, silencios rituales y normatividad inútil”.
Por ahora, en la expectativa de que apoye al gobierno, se le han concedido atribuciones que otros no tienen y que se antojan desproporcionadas al fin pretendido, como darle el carácter de gestor de recursos y puestos a cargo del Ejecutivo federal y permitirle disponer de ellos para favorecer a gobiernos municipales y estatales a conveniencia de su proyecto. Situación de la que ya se quejan algunos gobernadores, principalmente del PRI (¿?), porque saben que Manlio así compra lealtades, como se puede ver en Señal de alerta.
En la prisa por lograr reformas deseables que no permiten las circunstancias se pueden precipitar acciones y acuerdos con el poderoso senador, que podrían arriesgar al país y redituar poco al proyecto de Acción Nacional. Ante la posibilidad de que se yerre en el cálculo político del costo-beneficio, este libro quiere ser una advertencia a tiempo de ese riesgo; un recordatorio de quién es Beltrones y de lo que es capaz de hacer cuando se descuidan sus adversarios o cuando les hace creer que están en ventaja.
Pretendo hacer reflexionar en que si, como reconociera Luis Rubio en 1994, “haber sido una oposición leal ha permitido al PAN negociar y pactar para avanzar, sin que ello haya limitado en lo más mínimo su independencia, su sentido de integridad o la capacidad de hacer planteamientos fuertes, honestos y directos (…) eso, sin embargo, no ha borrado las dudas sobre si el PAN podría formar un gobierno efectivo”, con más razón prevalece el escepticismo en las circunstancias actuales, las del gobierno de Felipe Calderón.
Una equivocación del Ejecutivo, al encumbrar a ciertos personajes que han dañado al país en el pasado aún reciente y otorgarles un poder que puede ser usado en su contra, o de Acción Nacional, tarde o temprano podría disminuir las posibilidades de que el PAN gane las elecciones de 2009 y le acompañe en el cierre de su sexenio con mayoría en la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión, que es la prioridad política que los panistas tenemos como partido y como gobierno.
El presidente sabe de las ambiciones de Manlio, a quien conoce como enemigo del PAN; así consta en estas páginas, cuyo contenido es mi argumento para prevenir una regresión, no al viejo sistema político que ya se fue, sino al método unipersonal de gobierno absolutista y omnímodo a partir de un personaje que no conoce otra forma de ejercer el poder que no sea desde sí mismo y no de las instituciones. Ya lo está demostrando desde ahora, sin siquiera tener el poder formal. (Obsérvese que se está acusando ahora a Manlio Fabio Beltrones exactamente de lo mismo de lo que antes se acusaba a Andrés Manuel López Obrador cuando parecía que por su alto posicionamiento en las encuestas sacaría al PAN de Los Pinos.)
Mi pretensión en esta obra, cuyo contenido sólo me compromete a mí, es poner la mano en el hombro de Acción Nacional antes de que avance un paso más por el camino incorrecto. No pasa de ser una llamada de atención a partir de lo que ya sucedió y que me consta como protagonista. Una señal de alerta proyectada hacia el año 2009, el de la elección federal intermedia que puede darle mayor poder al exgobernador si se hace de una mayoría legislativa pluripartidaria en la Cámara de Diputados, que, por lo que se ve y se escucha, se infiere que es su intención.
También es un aviso hacia el 2012, el de la sucesión presidencial, que pudiese parecer apriorismo pero está sustentado a posteriori y por lo tanto es enseñanza porque, como señala Thomas Jefferson: “Cada vez que un hombre mira con codicia a un cargo, una podredumbre se inicia en su conducta”, y la de Beltrones parecer haber comenzado en algún momento de lo que aquí se rememora.
Lo hago porque estamos a tiempo de evitar que se repita una historia de lamentables consecuencias y porque “el PAN, en estos momentos, enfrenta no sólo el desafío de gobernar, sino de hacerlo de una manera congruente con sus principios de doctrina”. En última instancia, porque quizá, como dijera Manuel Gómez Morín en 1915 y otros ensayos: “Es tiempo de dar el santo y seña que permita el mutuo conocimiento”.
"Arturo Sarukhán propuso intervenir mi teléfono y que Andrés Chao, ex empleado del Cisen en Europa, se encargara de contratar los servicios para armar una cueva y desde ahí rastrear mis movimientos".
Menciona al ex agente de la PGR Carlos Nava como el responsable de ejecutar la operación, y señala que los procuradores Daniel Cabeza de Vaca y Eduardo Medina Mora confirmaron las acciones de seguimiento.
Los secretos de Espino
Francisco Garfias
EXCELSIOR
11 de julio del 2008
Manuel Espino sacó de la bolsa de su camisa una tarjeta con una larga lista. La mostró muy brevemente al reportero. Alcanzamos a leer tres nombres: Hildebrando y Elba. Son temas, entre muchos, que no incluyó en su libro Señal de alerta, advertencia de regresión política, de próxima aparición.
Los guarda en caso de que tenga que sacar la tarjeta roja a los artilleros de Los Pinos, que no cesan de mandarle obuses “Hay actas del CEN del PAN que no están en el IFE. Las escondí muy bien. Es imposible encontrarlas. Pero un día se me pueden caer de las bolsas. Por eso mi libro se llama señal de alerta. Es la tarjeta amarilla”, advierte el ex jefe nacional del azul.
Esa misma lista se la mostró a un emisario, suponemos que del gobierno, que la víspera había intentado convencerlo de que no publicara el libro. Lo hizo, dice, para disipar sospechas de que su intención es golpear el presidente Calderón. “¿Te acuerdas de este tema? Pues no está en el libro”. Le dijo al emisario. “¿Y de este otro? Tampoco está”. Si esa fuera la intención, allí estarían, le dijo.
Revira también a los comentarios que sobre él hizo Beltrones, en el sentido de que nunca ha sido reconocido como escritor, mediano siquiera; y que entre Vicente Fox y él no logran acumular dos líneas ágatas sin errores.
“Mi intención no es estrenarme como escritor; si lo pretendiera, estaría destinado al fracaso. Mi propósito es eminentemente político: alertar sobre la regresión que representa Manlio”, insiste.
Abundamos también en otros ataques que Beltrones le ha hecho en los últimos días. El senador del PRI ha pedido al gobierno que “amarre a su perro”; y ha declarado que Manuel (Espino) es el cuervo que le sacará los ojos a Felipe.
“Es un exabrupto, desahoga su enojo conmigo, picó el anzuelo. Lo que si te digo es que él, desde hace un buen rato, es el que le saca los ojos al presidente, si no es que ya se los sacó”, subraya Espino.
El reportero había conversado la víspera con Manlio. Le dijimos del desayuno con Beltrones. “Pregúntale por qué lo corrieron de la oficina de alcoholes de Ciudad Juárez?
- Esa es una historia vieja que ya se aclaró (¿?, los investigadores académicos de la Alianza Estudiantil Prometeo tienen algo que decir sobre esto, debidamente documentado). Nunca trabajé en esa oficina (¿?). Él también recoge basura para golpearme, repuso el panista.
Beltrones alerta a Calderón sobre el Yunque
Arturo Zárate y Ricardo Gómez
EL UNIVERSAL
17 de julio del 2008El senador Manlio Fabio Beltrones negó cualquier autoridad moral y política a Manuel Espino y recomendó al presidente Calderón que se cuide de no perder la batalla que tiene con El Yunque panista, empeñado en socavar las propuestas del gobierno.
Para el priísta no vale la pena entrar en detalles sobre las imputaciones que le hizo el ex dirigente del PAN a través de su libro Señal de alerta, en el que lo acusa de ser el enemigo de México, porque se trata de un texto que es altamente repetitivo e insidioso.
“Las cosas hay que tomarlas de quien vienen. El señor Manuel Espino no tiene ninguna autoridad ni política y menos moral para estar haciendo declaraciones de esa naturaleza”, sostuvo.
Señal de alerta es un libro en el que Espino hace juicios de la trayectoria del senador priísta, en el que se queja de ser vigilado por el actual gobierno y en el que presume de haber frenado las aspiraciones de Marta Sahagún, por la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. lo cual a EL UNIVERSAL adelantó.
Beltrones tiene la impresión de que Espino tiene su principal conflicto con el Presidente.
“Algún asunto debe existir entre ellos dos que los tiene enfrentados abiertamente. Al señor Manuel Espino le ha surgido de súbito el interés por sabotear al gobierno de Felipe Calderón quien está muy interesado en la consecución de las reformas, las cuales llevamos a cabo los mexicanos y sobre todo el Congreso, que representa a la totalidad del pueblo”, dijo.
El coordinador de la bancada priísta descartó que vaya a presentar una demanda por difamación en contra de Espino. Le parece que el panista lo único que revela son sueños académicos frustrados, por lo que no valdría la pena ir más allá de negarle su autoridad política y moral.
Manuel Espino no está solo. Nunca lo ha estado. Se le tuvo que sacrificar permitiendo su virtual remoción como presidente nacional del PAN en aras de "un bien mayor", en aras de evitar un enfrentamiento directo con Felipe Calderón y con Germán Martinez Cázares que a la postre hubiera resultado contraproducente para los planes a largo plazo de los infiltrados. Pero esto no significa que hayan abandonado la idea de continuar consolidando en México un gobierno paralelo secreto. Los conjurados por un lado sienten que tienen al tiempo de su lado, ya que ni Felipe Calderón será Presidente de México más allá del 2012 ni Germán Martínez Cázares podrá sostenerse para siempre como presidente nacional del PAN. Estos dos son temporales mientras que los conjurados son permanentes. Pero por otro lado están también en una carrera contra el reloj, porque conforme aumentan las defecciones y aumentan las revelaciones que se publican en Internet acerca de ellos y sus actividades secretas, se les vuelve más y más difícil retener el control sobre una borregada que está empezando a respingarles.
Lo mismo hizo Hitler con los alemanes cuando empezaba.